Las decisiones sobre lo que es importante, o no, suelen ser, sobre todo a ciertas edades, bastante subjetivas. Recuerdo que en mi adolescencia una espinilla en un lugar visible de mi cara podía ser fuente de tristeza, sobre todo, si veía al chico que me gustaba. Mi madre, harta de oír mis severos problemas, a veces me decía cansada: "Carmen, eso no tiene importancia", y yo siempre le contestaba alzando la voz: "¡¡La tiene para mi!!". Discutir con un amigo o una amiga podía derrumbar nuestros cimientos. Y la decisión sobre el lugar del piercing o del tatuaje también es fuente de preocupaciones. ¡Qué decir del móvil! Quedarse sin batería, sin saldo o sin móvil puede resultar catastrófico en algunos momentos. Pedro (12 años) llamó a Bart (14 años) desde el móvil de su abuela. Bart no contestó, pero cuando vio la llamada, envió a Pedro (en realidad, a su abuela, el siguiente sms): "hprdidomivrgndad". La abuela lo entendió, obviamente, y casi le da un ataque al corazón.
Siento decir que he crecido, me he hecho mayor y ahora me preocupan las cosas importantes de verdad: el dinero y las noticias que aparecen en la primera página del periódico.
Es broma...o al menos lo es en parte. La prensa muestra parte de la información e igual que muchas de las preocupaciones adolescentes provienen de un entorno contaminado de publicidad, las preocupaciones adultas primermundistas provienen de un mundo informativo que las dirige hacia los noticiarios convencionales. Es conveniente desintoxicarse día a día de anuncios televisivos e informaciones alarmistas detrás de las cuales hay NEGOCIOS millonarios. Vivir sin miedo. Querer y dejarse querer.
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